Mucho se habla hoy de la falta de oportunidades de empleo y de los grupos que más sufren este problema. En particular los jóvenes que buscan el primer empleo y los mayores de 50, a quienes la edad les trae una mancha en su currículum que los hace inelegibles.
Por supuesto que independientemente de la edad y el género, buscar un nuevo trabajo es muchas veces un desafío profesional y personal en el que se pone en juego la autoestima y, por supuesto, la carrera.
Mi intención en este artículo no es minimizar los obstáculos que cada uno pueda encontrarse para progresar en su vida laboral. Sino más bien enfocarme en un factor muchas veces descuidado, la empleabilidad.
El concepto de empleabilidad hace referencia al atractivo que tiene un trabajador para el mercado laboral, lo que le permite acceder a un puesto de trabajo, mantenerse en él y reorientarse profesionalmente en el caso de su pérdida o abandono. Este atractivo varía de acuerdo a las competencias (conocimientos, habilidades y actitudes) y a los hábitos de cada persona, para desempeñarse en su ambiente profesional específico.
El término empleabilidad se relaciona con otro que es la seguridad laboral. Concretamente, en el mercado laboral actual la seguridad laboral es, en la mayoría de los casos una utopía. No solo porque las nuevas generaciones no son fieles a las empresas para las que trabajan, sino porque la naturaleza del trabajo está cambiando. Hay profesiones que están desapareciendo y sabemos que el trabajo del futuro será muy diferente de lo que es en la actualidad. Para poner un ejemplo, se sabe que alrededor del 60% de los puestos de trabajo en Argentina, podrían ser automatizados.
Si bien hay una perspectiva de la empleabilidad que atañe a las organizaciones, mi propuesta es concentrarme en qué podemos hacer las personas, para acrecentar la empleabilidad.
Asumí el control de tu carrera
En primer lugar la empleabilidad se trata de cambiar la actitud frente a la responsabilidad. O dicho de otra forma, de asumir la responsabilidad por la propia carrera profesional. Si te limitas a cargar el currículum en las plataformas virtuales de empleo, o hacer postulaciones a las ofertas laborales que se publican para constatar después que no te llaman, estás actuando reactivamente. Necesitas pasar a la acción.
Los dos estados básicos con respecto a la responsabilidad son los de víctima y protagonista. La víctima pone la responsabilidad afuera, en el contexto o en terceras personas. Es un expectador y se declara impotente para actuar. Por ejemplo podría decir “mi jefe me tiene bronca”. La víctima no se compromete con acciones que la saquen de ese lugar.
Por otra parte, el protagonista es el que elije pensar que tiene parte en los éxitos y errores o dificultades que vive. El protagonista es un actor y se arriesga, toma decisiones y es proactivo.
Pasar a la acción es diseñar un conjunto de recursos y acciones para afrontar este desafío de ser atractivo para el mercado laboral. De modo que, aun cuando estés trabajando en cualquier empresa, recibas propuestas para seguir tu carrera en otro lado. Pero, ¿Cómo se llega a eso?
Conocé tus talentos
Según los autores Marcus Buckingham y Curt Coffman, de Gallup Consulting, un talento es “todo patrón recurrente de comportamiento que se pueda aprovechar de manera productiva”.
No se deben confundir los talentos con las destrezas. Se puede enseñar y aprender una destreza como la venta. Pero los talentos son innatos, no pueden aprenderse, pero sí pueden desarrollarse. Por ejemplo, el talento de la persuasión. Si una persona lo posee y lo emplea en la venta, puede ser un vendedor excepcional.
Según Gallup hay tres tipos de talentos:
- En primer lugar los talentos impulsores que explican el por qué de una persona: por qué se levanta todos los días, por qué se siente motivada a esforzarse un poco más.
- Segundo están los talentos mentales que explican el cómo de una persona: cómo piensa, cómo sopesa las alternativas, cómo toma sus decisiones.
- Por último los talentos relacionales que explican el quién de una persona: en quién confía, con quién establece relaciones, a quién acepta y ante quién se muestra indiferente.
Los talentos no solo deben conocerse, sino que además deben entrenarse. Cuando entrenamos un talento lo convertimos en una fortaleza. Podés leer más acerca de este tema en el libro Primero rompe todas las reglas.
Diferenciate
Construir una ventaja competitiva es consecuencia de conocer tus talentos y de entrenarlos hasta que se conviertan en fortalezas. Si te respondés la pregunta, ¿por qué esta empresa me va a contratar a mí en lugar de otro profesional?, vas a estar en el camino de enfocarte en tus diferenciales.
Tus talentos son tus activos personales. Entonces, además de conocer tus talentos y de entrenarlos permanentemente podés plantearte estas dos preguntas adicionales para identificar tus diferenciales.
¿Cuáles son tus aspiraciones y valores? Esta pregunta apunta a ponerte en contacto con tu identidad.
¿Cuál es la realidad del mercado? El mercado está en permanente cambio. Es importante actualizarse, conocer las tendencias y los actores sobresalientes.
Especializate
Encontrá tu nicho, elegí un mercado en el que haya menos competencia y en el que sea más fácil destacar. En la mayoría de los casos la competencia paga menos que los puestos para los que hay menos competencia. Un ejemplo de un perfil especializado en la actualidad es el de business intelligence (o analítica de negocios), que de la mano del big data actualmente tiene cada vez más demanda para muchas empresas
La especialización, te permite construir reputación y puede dar lugar a una mejor remuneración.
Construí una red de relaciones
Una red de relaciones te permite conocer nuevas oportunidades, facilitar el acceso a esas oportunidades, conocer experiencias y tomar mejores decisiones. Una relación genuina es aquella en la que se comparten intereses comunes y en la que hay complementariedad.
Hoy las redes sociales nos crean la sensación de estar conectados con mucha gente, pero un contacto no necesariamente es una relación que cuente. Hay estudios que afirman que las personas no podemos sostener una relación cercana con más de 150 personas. Y si lo consideramos este número es suficientemente grande para que no sea tan sencillo mantener vivas estas relaciones.
Las relaciones que cuentan son relaciones de confianza, es decir en las que nos conozcamos y nos tratemos cara a cara, relaciones con conversaciones sobre temas que nos convoquen a construir en común. Podés ver más sobre este tema si leés sobre networking.
Enfrentá los riesgos
Una decisión clave para cualquier profesional empleado en relación de dependencia es cuándo es el momento de saltar a un nuevo trabajo. A veces esta decisión requiere sopesar los años de antigüedad en la empresa actual, el plus de remuneración que significará el cambio, si el mercado en el que se desempeña la nueva empresa está en crecimiento o contracción y si la nueva posibilidad representa una oportunidad de crecimiento en la carrera.
Los riesgos no hay que tomarlos a la ligera, hay que analizarlos. No hay respuestas definitivas. Que podemos hacer para analizar los riesgos. En principio, contestá estás preguntas:
- ¿Realmente es tan arriesgado como parece? ¿Cómo fundamento mi juicio de riesgo?
- En el peor de los casos, ¿la pérdida puede ser tolerable?
- ¿Puedo cancelar esta decisión si veo que la cosa no va bien?
- ¿Los riesgos futuros son reales?
- ¿Quiénes pueden darme información sobre este riesgo?
Para concluir, la empleabilidad es una competencia esencial para desempeñarse en el actual mercado laboral y en general de negocios. Adquirir y desarrollar esta competencia es fundamental para ponerte al timón de tu carrera.
¿Y vos que pensás sobre este tema?
¿Qué estás haciendo en este momento para mejorar tu empleabilidad? ¿Pensaste qué nuevo perfil querés darle a tu carrera? ¿Qué necesitás para rediseñar tu perfil de carrera?
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