Ahora sos un líder, ¿verdad?
Me ascendieron, ¿y ahora qué hago?. A veces una promoción laboral, más que una oportunidad de crecimiento, es un problema. Sobre todo cuando debes afrontar que los que antes eran tus colegas y compinches, ahora son el equipo al que debes liderar.
Muchos mandos medios comienzan su carrera de liderazgo con un desafío de este tipo. A la necesidad de aprender habilidades nuevas para liderar un equipo se suma la necesidad de reinventar la relación con los que hasta ayer eran sus compañeros. La alegría después de mirarte al espejo y afirmar «me ascendieron» dura poco y rápidamente se cae en la cuenta de que varios de los que antes eran «amigos», acaban de pasarse al otro bando.
Es que para los demás no siempre es fácil asimilar que no fueron los elegidos y que ahora van a rendir cuentas de su desempeño a un ex colega. La tormenta perfecta emocional pone en suspenso la confianza y desempolva viejos resentimientos de uno y otro lado.
Para complicarla más aún, a veces el recién ascendido no recibe preparación para el nuevo puesto y en otras peores, ni siquiera su jefe lo presenta a su «nuevo» viejo equipo.
Problemas del nuevo líder
¿Qué tipo de problemas se presentan en el camino después del ascenso? Para empezar está la cuestión de la legitimación. Si bien con la comunicación del nombramiento se clarifica el nuevo rol, este va a ser validado en la práctica por el equipo. A esta validación se la llama legitimación. La legitimidad es la creencia de que la nueva responsabilidad del líder está originada de forma justa.
Algunos cuestionamientos a la legitimidad surgen cuando se piensa que las oportunidades de ascenso no son transparentes, que el ascendido tiene alguien que lo apadrina y que su elección no es en base al mérito, sino a su relación personal con el jefe.
Por supuesto que además está el problema del alineamiento. Un equipo no es un grupo uniforme, por eso no faltan quienes se resisten a los cambios y desafían al líder. En especial cuando el nuevo líder antes se resistía a ciertos procesos de trabajo y ahora cambio su posición al respecto.
A esto puede sumarse los conflictos preexistentes cuando eran pares. Los viejos resentimientos ahora tienen un componente adicional y minan la confianza en la relación. Lo bueno se relativiza y lo malo se potencia.
Pero salvado este punto, podemos definir algunas pautas para facilitar el ejercicio del rol del nuevo líder.
Pautas para liderar a un equipo de pares
1.- Autoridad, último recurso.
Debiéramos ver la autoridad como el último recurso, ya que su abuso desgasta la relación. Por ejemplo si un subordinado nos cumple con una fecha límite para entregar una tarea, el mando podría utilizar su autoridad para forzar el cumplimiento.
Además, para que la autoridad se haga efectiva se requiere control. El exceso de control, vinculado con la frustración por los resultados que no se dan, también tensan la relación.
Podés leer más acerca de la autoridad en el siguiente artículo.
2.- Cercanía y comunicación.
Se gestiona mejor un equipo si no hay tanta distancia con el líder y si la comunicación es fluida. Clarificar expectativas mutuas, escuchar y dar feedback permite reconstruir la relación desde la nueva perspectiva.
3.- Anticiparse a los conflictos.
No dejar que las diferencias crezcan y las personas se distancien. Trabajar todo el tiempo en la integración del equipo, en fortalecer los valores y el sentido de misión en común.
4.- Participación.
Descentralizar la toma de decisiones favorece a que las personas se comprometan. Definir conjuntamente un sentido común de misión alinea a equipo y fortalece el sentido de pertenencia y propósito.
5.- Motivación y Reconocimiento.
El nuevo líder tendrá que ocuparse, no solo de su propia motivación, sino de la motivación de su equipo. Mantener abiertos los canales de comunicación fortalecen la confianza y la motivación. Pero además deberá estar pendiente de cómo se motiva cada uno, ya sea por la propia tarea, los logros, cumplir las metas, el buen clima laboral, etc. Entre estos motivadores un lugar especial lo ocupa el reconocimiento. Reconocer los logros y los buenos hábitos, ya sea en el nivel individual o colectivo es una fórmula siempre efectiva para estimular la moral del equipo.
Pasar de colega a líder no es un cambio que sea sencillo, pero sin duda detrás de las dificultades que se encuentran están las oportunidades de crecimiento profesional y de maduración personal. Claramente el balance final hace que valga la pena.
¿Y vos que pensás sobre este tema?
¿Qué podes sumar de tu experiencia al pasar de compañero a jefe? ¿Hay alguna otra pauta que consideras que debe ser tomada en cuenta? ¿Qué te desafío más de esa experiencia y qué cosas aprendiste?
[…] preguntarnos cómo este mando llegó a su puesto, en un artículo anterior tratamos la transición de compañero a jefe. Pero un líder desmotivado no es un lobo solitario. Es la consecuencia de un estado de ánimo […]