1.
Pasas más tiempo trabajando de lo que inicialmente habías previsto.
2.
Piensas en cómo sacar más tiempo de otras actividades para poder trabajar.
3.
Con el trabajo consigues aliviar sentimientos de culpa, ansiedad, impotencia o depresión.
4.
Otras personas te dicen que trabajas demasiado, pero nunca haces caso.
5.
Te estresas y te pones de mal humor cuando te prohíben trabajar.
6.
Restas prioridad a tus hobbies, actividades de ocio o deporte por tu trabajo.
7.
Trabajar mucho ha afectado negativamente tu salud.
Si al menos cuatro de las respuestas son “siempre” o “frecuentemente”, tu comportamiento podría ser calificado como de un adicto al trabajo.